Debéis aprender una cosa, imprimirla en vuestra mente todavía maleable: el hombre tiene horror a la soledad, pánico, tememos la soledad. Y de todos los tipos de soledad, la soledad sentimental y moral es la más terrible. Los primeros ermitaños vivían con Dios. Habitaba en el más poblado de los mundos: el mundo de los espíritus, de los dioses (marihuana dubidu). Pero... el primer pensamiento del hombre, sea un ermitaño, un leproso, un prisionero, o un jodido pescador, es éste: tener un compañero para su desgracia. Para satisfacer este impulso, que es la vida misma, emplea toda su fuerza, todo su poder, las energías de toda su vida. ¿Hubiera encontrado compañeros el Che para su revolución sin este deseo todopoderoso? Sobre este tema se podría escribir todo un poema épico, que sería el prólogo del Paraíso Perdido, porque el Paraíso Perdido no es más que la apología de la rebelión, una apología de Jhon Milton de más de 10.000 versos, pero que no tiene perdida.
Pero no me andaré más por las ramas, voy a procurar mostraros esa necesidad de sentirse unido a los otros, ya que esto no posee ninguna cualidad misteriosa, y deseo señalar la dirección en la cual, según mi opinión, puede hallarse la respuesta al por qué de este temor a la soledad.
Un elemento muy importante lo constituye el hecho de que los hombres no pueden vivir si carecen de formas de mutua cooperación. En cualquier tipo posible de cultura el hombre necesita de la cooperación de los demás si quiere sobrevivir; debe cooperar ya sea para defenderse de los enemigos o de los peligros naturales, ya sea para poder trabajar y producir. Hasta Robinson Crusoe se hallaba acompañado por su servidor Viernes; y sin éste probablemente no sólo hubiera enloquecido, sino que hubiera muerto. Cada uno de nosotros ha experimentado en la niñez, de una manera muy severa, esta necesidad de ayuda ajena. A causa de la incapacidad material, por parte del niño, de cuidarse por sí mismo en lo concerniente a las funciones de fundamental importancia, la comunicación con los otros es para él una cuestión de vida o muerte. La posibilidad de ser abandonado a sí mismo es necesariamente la amenaza más seria a toda la existencia del niño.
Hay, sin embargo, considero que hay, otro elemento que hace de la pertenencia (lo que viene a ser el "need to belong" literario) una necesidad tan compulsiva: el hecho de la autoconciencia subjetiva, de la facultad mental por cuyo medio el hombre tiene conciencia de sí mismo como de una entidad individual, distinta de la naturaleza exterior y de las otras personas. Aunque el grado de autoconciencia varía, como será puesto de relieve a medida que vayamos madurando, la existencia le plantea al hombre un problema que es, evidentemente, esencialmente humano: al tener conciencia de sí mismo como de algo distinto de la naturaleza y de los demás individuos, al tener conciencia -aun oscuramente- de la muerte, la enfermedad, la vejez, el individuo debe sentir necesariamente su insignificancia y pequeñez en comparación con el universo y con todos los demás que no sean "él". A menos que pertenezca a algo, o a alguien en cuanto a lo que pertenecer sentimentalmente hablando nos referimos, a menos que su vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo, y se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida, estará lleno de duda, y ésta, con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de obrar, es decir, paralizara su vida. Es por esto por lo que el ser humano combate la soledad de formas que escapan al raciocinio que nos caracteriza.
Con palabras sencillas, sintiéndome solo aprendí que en la vida no todo es avanzar, sino que a veces, hay que dar un paso atrás, corregir errores. Pero que se yo, al fin y al cabo, si os habéis metido a leer una entrada cuyo nombre es soledad, es porque probablemente, ya os sintáis tan solos como yo escribiendo sobre la soledad, y entonces yo no puedo hacer nada para ayudaros, más que deciros que si os sentís solos, es porque ahí fuera hay alguien que no ha sabido apreciar vuestra compañía.
La soledad no existe, son los padres.
"Morir en la lucha contra la opresión a la libertad es la máxima expresión de la individualidad humana"
Simplemente LEGEN.... espera un momento....DARIO!
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