Me da igual lo que hablen, intenten, o sientan. Me da igual si está brillando el Sol o se está ocultando la Luna. Si estás drogado o durmiendo. Si pasa el tiempo. Si juegas a morder labios. Si queréis matarme o encumbrarme. Si la luz está cegando la verdad, o son todo "conspiranoias" absurdas. Me da igual si os sentís mal, porque siempre alguien se sentirá peor. Me da igual absolutamente todo.
Solo me importa que llueva o que deje de hacerlo. Y no
quiero que deje de llover, por mucho que me ahogue, por mucho que me moje, por
mucho frío que tenga. No dejes de llover, no quiero que dejes de llover.
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Las verdaderas historias de amor no empiezan con una mirada.
No empiezan con un cruce casual, ni con un destino que marca el choque. No
empiezan con un hombre perfecto y una mujer perfecta. No empiezan con besos
apasionados bajo la lluvia de París en un cielo que se torna grisáceo y azul a
su vez. No empiezan con un latido acompasado entre dos hombres. Ni entre dos
mujeres. Ni entre un hombre y una mujer. Las verdaderas historias de amor no
empiezan cuando te percatas de las mariposas en el estómago.
Las verdaderas historias de amor solo empiezan cuando los
implicados, en su vida, lo último que quieren exhalar, es el aliento del amado.
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Si, hoy estoy poco ingenioso, así que me remitiré a la probabilidad
de siempre por la que sabréis como soy.
Probablemente mi vida sea el Blade Runner Blues con lluvia
de fondo, claroscuro de amor y odio, bourbon barato, y una herida incipiente en
el labio inferior. Claro que quiero hacer de mi vida un recuerdo, pero no uno
dulce, sí uno real. Con sus defensores y sus detractores. No quiero pasar sin
más como todos esos necios que portan el maletín con el logo de su empresa
firmando papeles que a la
Tierra no le son importantes. Quiero llegar a ser arte,
comprender el arte, y borrar todas las fronteras que tiene el ser un humano
más. Un chillido reverberante en el espacio queda mudo. Una palabra sin ojos
queda sorda. Despiértame cuando vuelva la tormenta, procura que este ella a mi
lado.
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