sábado, 29 de septiembre de 2012

Música.

"Pocas personas saben tocar un instrumento, pocas saben leer las notas en un pentagrama. Que te guste la música no tiene nada que ver con eso. Porque la música no hay que entenderla, te llega y te toca, sin que sepas por qué. Ésa es su esencia. Pero tocarla, hacerla... es diferente. Cuando tocas, cada nota tienes que tocarla como si fuese la última, dar de ti mismo todo lo que debes, no importa si es haciendo un sandwich, o tocando delante de 20.000 personas, porque hay que hacerlo, darlo todo de uno mismo a lo que se esta haciendo en ese preciso instante. Por eso, como decía Mozart, lo mas importante, difícil y principal en la música, es el tiempo. El tiempo se compone de momentos que se suceden progresivamente, pero a la hora de tocar, no importa el momento, simplemente hay que hacer eso, darlo todo de uno mismo, en todo momento, porque cuando uno toca, toca su vida, da igual el instrumento, y el equipo, eso realmente no importa, porque tu sonido es el sonido de tu cerebro y tus dedos. Nietzsche decía que sin música la vida sería un error, para un músico, sin música la vida no sería un error, sería una putada. Al fin y al cabo, la música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras, cuando quieras, y en el mundo en el que vivimos hay que luchar por esta libertad. Una vida dedicada a la música es una vida empleada de una de las mejores formas. La música es el corazón de la vida, sin ella no hay bien posible. La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido, en la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad. Con la música, la vida tiene más sentido. En la música no hay límites, ni barreras, ni fronteras. La música es libertad. La música es ser libre y no estar atado a nada, no intentar encajar en ninguna moda, estilo, o categoría, y esto... esto es extensible a la vida en general. A tu aspecto, a tu modo de hablar, a tu modo de actuar, a tu modo de vivir".


Quiero llegar a ser arte, comprender el arte, y borrar todas las fronteras que tiene el ser un humano más. Un chillido reverberante en el espacio queda mudo. Una palabra sin ojos queda sorda. Despiértame cuando vuelva la tormenta, procura que este ella a mi lado.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Castillos.

¿Nunca has visitado uno de esos castillos? No me refiero a los castillos corrientes, no a esos que se cuentan por cientos, medievales de murallas altas y fuertes torres que desafían al viento. Un castillo de verdad, no como los que se visitan en familia los días de puente, como simple pretexto para malgastar el dinero en un restaurante lejos de casa, porque a quien demonios le interesa un castillo, su historia o la maldita seguridad social cuando hay un sitio donde comer y malgastar el dinero de forma estúpida.

¿Nunca has paseado por un castillo como te digo? No como esos que los directores americanos utilizan para los rodajes de sus largometrajes estúpidos, sin trama y con tantos fallos históricos,  cronológicos y lógicos que podría escribirse un libro mas largo que la Biblia relatándolos, esos castillos tampoco merecen más de un vistazo, muy a pesar de la historia que relatan sus piedras.

Los castillos de los que te hablo no los puedes tocar. No puedes pasear por sus interminables galerías y aposentos, que algún día acogieron a grandes nobles farsantes entre sus piedras. No puedes admirar sus tapices, o sus altas almenas, sus vidrieras, sus murallas. Ni tan siquiera encontrarás una triste exposición tejida por maquetas de batallas que a ti y a mi no nos importan lo más mínimo.

Los castillos de los que hablo ni tan siquiera son fáciles de encontrar. No hay indicaciones para llegar hasta ellos, solo surgen de la nada, sin más, y de pronto tropiezas con un muro de cientos de años de antigüedad que es tan tangible como mis botas y tan efímero como el vapor de agua que exhala tu aliento.

Créeme cuando te digo que esos castillos, y no otros, son el tipo de castillos por los que cualquier persona mataría por conquistar. Es el tipo de castillo en el que yo me consumiría ¿sabes? Sí... realmente eso es un castillo por el que merecería la pena morir... tú ya me entiendes.
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Nunca me he interesado mucho por la poesía. Siempre me ha parecido ridículo tener que estudiar miles y miles de líneas sobre autores que no aportaron nada a la historia y al mundo más que palabras. Eso fue hasta que me hice consciente de que mediante palabras se cambia el mundo, así que en un momento de aburrimiento me anime a escribir algo . Aquí tenéis algo de lo que salió:

Imperfecciones.

... Y le pidió a la Luna una sonrisa
escueta y desmedida en placeres.
Y la Luna, tan oscura en su prisa,
se ocupó en sus mil quehaceres...

Él llenó su pecho de los colores
negros que trajo la eterna brisa.
Y desterró a tantos nobles señores
de su camino de musa y risa...

Veréis que buscaba en el silencio
y a gritos la respuesta exacta
a sus plegarias de poeta absurdo,

que su Dama, amplia en desprecio,
le enviaba con voluntad recta
a su sendero de piedras, el mundo.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Como espejos convexos.

Antes de nada, esta entrada solo van a poder entenderla aquellos que lleven en mi colegio tanto, más, o un tiempo similar al que llevo yo.

Como espejos convexos:

Hace poco que tengo una sensación, más o menos desde que empecé este último curso. Hace poco que me esfuerzo realmente por ser más consciente de todo: el olor a tiza, que se cuela en mi nariz como en las huellas dactilares de los maestros, y se queda ahí, flotando en mis pulmones, el olor a adolescente, a lápiz, a tinta, a risas de las dos y media, y el olor a comedor, que baila con mi percepción al ritmo que marca Yolanda, que lleva en este sitio tanto o más que yo, y que no ha faltado ningún día a su guardia delante de la papelera. Se que relativamente pronto llegará, oficialmente, el último día de clase, y no estoy contento, porque esta vez, y sólo esta, será el último para siempre.

¿Cómo se deja atrás en un solo día el lugar que ha sido tu segundo hogar durante toda una vida? Desde el preciso instante en el que me senté a jugar solo y desorientado en la moqueta de infantil, ese instante en el que otro niño se acercó a jugar conmigo, y lazos etéreos ataron nuestros afectos para siempre; ese día supe que tenía una nueva casa, y que él, Dani, siempre estaría en ella.

Todos éramos pájaros sin alas por aquél entonces. Fue Monse, hace ya 12 años, quien vio como nos crecían las primeras plumas. Con ella recorrimos las letras con los dedos, y el color y la imaginación cobraron un nuevo sentido, muy especial y diferente.

Al año siguiente, Mari Carmen, fue la locomotora de nuestro tren durante 2 años, con ella comenzamos a planear. Sólo ahora y sólo nosotros sabemos cuanto esfuerzo debió suponerle lidiar con unos pájaros tan inquietos. Las puertas del conocimiento se abrían, nos invadía con recelo la suficiencia que otorga el saber.

En ese preciso instante, María, Reme, y Quique relevaron a Isabel, y fueron los encargados de enseñarnos que volar no lo es todo en la vida de las aves. María sacó de nosotros hebra a hebra la fantasía que todos llevamos dentro, nos enseñó a hacerla real. Reme empujó un poquito más allá de la línea que marcaba el límite de nuestro conocimiento. Quique, siempre con una sonrisa, nos enseñó que los números, en realidad, son mucho más sencillos que la vida misma.

Recuerdo las carreras con Ginés y con Ana, la energía insoportable, las peonzas y los zancos, las piruletas, el barro de los días de lluvia, el carnaval, los festivales y todo aquello que pasó a un segundo plano cuando cambiamos nuestro patio colorido por otro de cemento y sol.

Al principio intentamos perpetuar las carreras y las risas, quisimos seguir siendo tan libres e irracionales como éramos antes, pero pronto nos dimos cuenta de que era otro tipo de comportamiento el que se esperaba de nosotros, comprendimos por qué este nuevo patio no tenía color. Algo había cambiado y cambiaba día a día, indefinidamente, y a una velocidad de vértigo.

Lidia, Carmen "la de física y química" eternamente unida a su epíteto, Emma, Juan Carlos, Paco, Carmen "la de eduación física", Pedro, Lola, Cesar, Jesús, Elena Chamorro y Raquel, siempre atenta, nos acompañaron en este tramo del camino, proyectándonos una imagen alargada y mejorada de nosotros mismos, como espejos convexos. Las chicas crecieron más que los chicos, pero nosotros en pocos años recuperamos nuestro terreno, al menos en el plano físico. Cada vez nos invadía una seguridad mayor, un conocimiento tan amplio que a la mayoría de nosotros nos invadió la prepotencia y la soberbia adolescentes. Fue en 3º de la E.S.O cuando los libros más gruesos que habíamos visto nunca nos pusieron los pies en el suelo, y dejamos de volar, porque una nueva consciencia se coló en nuestras pestañas.

Muchos de nuestros "profes" se quedaron en las mismas aulas y nosotros seguimos con el viento de Otoño que arrastra las hojas hacia nuevos y diferentes horizontes. Carmen, Pedro y Lola se quedaron, y también Consoli, Gloria, Suzanne y Carmen, Rafa, y Manolo, y todo el respeto que nos infundía a todos, pero que seguro puedo decir que jamás olvidaremos.

No recuerdo en que momento dejé de oler el barro, la risa, el lapiz, el frio de las nueve en punto y el comedor de las dos y media, pero se que fue en el mismo instante en el que supe que este hogar no duraría para siempre. Las paredes, y los profesores que nos estiraron y moldearon, los ladrillos, las mesas y sillas verdes y las puertas rojas, y el cemento gris... todo seguiría ahí pero nosotros ya no seríamos parte de ello.

Para cuando dimos el último salto y bajamos a las aulas de los mayores, el peso de los libros casi nos anclaba al centro del mismo planeta. Manolo siguió con nosotros, y diré en confianza, que se transformó en cordero a nuestros ojos, Carmen, siempre paciente, nunca nos soltó la mano, igual que Gloria, Chamorro, Suzanne y Carmen,  Josu, siempre con una sonrisa para todos, y Antonio. A día de hoy Miguel Ángel, y su voz, que bien merece una mención aparte, Fernando, y sus chistes preparados, y Chema... Chema, que ha dejado por los suelos mi idea de que los números son sencillos.

Tantos han sido los espejos convexos que me han acompañado durante toda esta vida, reflejando mi imagen, retocándola. Siempre preocupados, siempre atentos, esculpiendo día a día la huella que todos, inevitablemente, dejarán en mi mismo, en lo que hoy puedo decir que soy y he sido. Aquí, entre el cristal y los ladrillos quedará prendida una parte de mi, de ellos, y de todos nosotros.

Ahora me balanceo entre el pasado y la nada, lo incierto, y aunque nunca camino ni caminaré solo, el paso definitivo se me hace realmente difícil.

El viento de Otoño, indefectiblemente, arrastra las hojas que, por más que lo intenten, no pueden quedarse amarradas al suelo. Han de seguir el camino, sea cual sea, que el viento les otorga.

Es por todo esto que hace poco me esfuerzo en grabar en mi memoria cada color, olor y sonido, cada rostro de cada hoja que continuará aquí y se irá como yo, para que nunca este lugar deje mi memoria, para recordarlo como mi taller, el que me ensambló y ahora me envía al mundo real , el de ahí fuera.

Si notas una ligera presión al atravesar la cristalera, debe de ser el recuerdo de tantos como yo, que se van, pero nunca dejan de estar, y permanecerán siempre en el lugar que les acompañó durante toda una vida.

No cierres al salir, porque Pepe se sabe de memoria cada llave de cada puerta. Y despídete de él al irte, porque siempre tuve la sensación de que es algo más que el guardián de la escuela, y además, seguro que le gusta.

Te vas, y es inevitable, pero en tu fondo, en mi fondo, sabemos que volveremos.

martes, 18 de septiembre de 2012

00:50


Me da igual lo que hablen, intenten, o sientan. Me da igual si está brillando el Sol o se está ocultando la Luna. Si estás drogado o durmiendo. Si pasa el tiempo. Si juegas a morder labios. Si queréis matarme o encumbrarme. Si la luz está cegando la verdad, o son todo "conspiranoias" absurdas. Me da igual si os sentís mal, porque siempre alguien se sentirá peor. Me da igual absolutamente todo.

Solo me importa que llueva o que deje de hacerlo. Y no quiero que deje de llover, por mucho que me ahogue, por mucho que me moje, por mucho frío que tenga. No dejes de llover, no quiero que dejes de llover.
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Las verdaderas historias de amor no empiezan con una mirada. No empiezan con un cruce casual, ni con un destino que marca el choque. No empiezan con un hombre perfecto y una mujer perfecta. No empiezan con besos apasionados bajo la lluvia de París en un cielo que se torna grisáceo y azul a su vez. No empiezan con un latido acompasado entre dos hombres. Ni entre dos mujeres. Ni entre un hombre y una mujer. Las verdaderas historias de amor no empiezan cuando te percatas de las mariposas en el estómago.

Las verdaderas historias de amor solo empiezan cuando los implicados, en su vida, lo último que quieren exhalar, es el aliento del amado.
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Si, hoy estoy poco ingenioso, así que me remitiré a la probabilidad de siempre por la que sabréis como soy.
Probablemente mi vida sea el Blade Runner Blues con lluvia de fondo, claroscuro de amor y odio, bourbon barato, y una herida incipiente en el labio inferior. Claro que quiero hacer de mi vida un recuerdo, pero no uno dulce, sí uno real. Con sus defensores y sus detractores. No quiero pasar sin más como todos esos necios que portan el maletín con el logo de su empresa firmando papeles que a la Tierra no le son importantes. Quiero llegar a ser arte, comprender el arte, y borrar todas las fronteras que tiene el ser un humano más. Un chillido reverberante en el espacio queda mudo. Una palabra sin ojos queda sorda. Despiértame cuando vuelva la tormenta, procura que este ella a mi lado.

martes, 11 de septiembre de 2012

Solo somos.



Solo somos un equilibrio entre partículas minúsculas. Tus pensamientos están dictados por estrictas leyes físicas que desconocemos. El ser humano no está capacitado para afrontar que no es nada, de lo contrario, se autoinmolaría en la búsqueda del placer por el placer, sin control. Y lo peor de todo es esa importancia con la que hablas. Esos escritos que ponen en evidencia tu afán de protagonismo, de demostrar lo que no eres, de buscar importancia en un universo que, al contrario de lo que crees, no gira en torno a ti. Que no te engañen. Que no te engañes. 
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No tengo miedo.

A tenerte. A perderte. A haberte perdido. A reemplazarte. A pensar en ti habiéndote reemplazado. A que vuelvas a mi vida. A no olvidarte.

 ¿Podemos empezar a jugar ya?
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Mi vida se ha convertido en un desbarajuste de horarios, personas, ausencia de pensamientos y sentimientos por  casi todo y todos, carencia de alma, y pasividad que me asusta.
¿Culpa?
La única culpa esta en ser humano, y en como todo ser humano, querer creer en algo, y querer creer en querer.