miércoles, 26 de diciembre de 2012

Soys.


Soys. Lo seguiré escribiendo con "y". El motivo es simple, cabezonería.

La cabezonería. El cerrar la mente. Es el error del ser humano más común e inevitable. Las mentes, por muy abiertas que estén, siempre se suelen cerrar en banda en uno u otro aspecto de la vida. Nuestra mente está hecha para comprender una serie de cosas, llamadas caprichos y necesidades, y ya está. No vale para comprender a otras personas, a no ser que sea capricho o necesidad. Interés. Interés es la palabra. Si realmente uno se interesa en alguien, puede llegar a comprenderle, sin tener que compartir esa visión. El mundo sería más fácil con visiones objetivas, y robóticas, pero menos divertido, y menos humano. Y la gente como yo no existiría. O seríamos adictos al soma, a las drogas sintéticas, o a cualquier tipo de placebo en forma de droga.

La droga. Sí, hoy, como diría una joven concienciadora (juraría que acabo de inventarme esta palabra) de mentes adolescentes, voy a hablar de la droga. La droga está mal conceptuada en esta sociedad. No funciona prohibirla. No funcionan las charlas informativas ultrafantasiosas en las que te dicen que si te fumas un maca de hierba la policía puede multarte durante 30 días si te hace un test de saliva. ¿Y legalizarla? ¿Regularizarla? ¿Informar de verdad? Son cosas que la mayoría de políticos no se plantearían, un progreso retrógrada. Un retroceso en la salud pública. O no. Es un tema muy complicado, pero no entiendo ciertas cosas. La marihuana es ilegal en España. Nadie puede morir de sobredosis de marihuana. El tabaco es legal en España. Dios, y la ministra de sanidad, saben cuántos muertos se producen por el tabaco solo en España. El alcohol es legal. Dios, y cualquier joven que se mueva un poco por su ciudad, sabe los estragos que causa el alcohol por las noches. El único interés en mantener la ilegitimidad de la droga posiblemente sea económico. Sí, económico. Hay gente, mucha, que con ese dinero negro crea negocio al pez gordo del maletín y el traje. El dinero negro, pasa a ser dinero blanco, y aumenta el capital del narco y del blanqueador. Cadena que no interesa romper. La sociedad funciona. El rey cobra su dinero, y el presidente el suyo, al igual que el narco y el sucio empresario explotador. ¿Qué problema hay? Si acaso lo hubiese, culpemos al negro de la esquina. Que seguro que vende droga a los niños.

El sarcasmo. Dícese de la figura retórica favorita de los políticos. Si las promesas electorales no son sarcasmos, la política es un sarcasmo en sí. 

"Hoy solo sonrío recordando, porque no quiero que la vida de para más".

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