domingo, 21 de octubre de 2012

Soledad.

Debéis aprender una cosa, imprimirla en vuestra mente todavía maleable: el hombre tiene horror a la soledad, pánico, tememos la soledad. Y de todos los tipos de soledad, la soledad sentimental y moral es la más terrible. Los primeros ermitaños vivían con Dios. Habitaba en el más poblado de los mundos: el mundo de los espíritus, de los dioses (marihuana dubidu). Pero... el primer pensamiento del hombre, sea un ermitaño, un leproso, un prisionero, o un jodido pescador, es éste: tener un compañero para su desgracia. Para satisfacer este impulso, que es la vida misma, emplea toda su fuerza, todo su poder, las energías de toda su vida. ¿Hubiera encontrado compañeros el Che para su revolución sin este deseo todopoderoso? Sobre este tema se podría escribir todo un poema épico, que sería el prólogo del Paraíso Perdido, porque el Paraíso Perdido no es más que la apología de la rebelión, una apología de Jhon Milton de más de 10.000 versos, pero que no tiene perdida.
 Pero no me andaré más por las ramas, voy a procurar mostraros esa necesidad de sentirse unido a los otros, ya que esto no posee ninguna cualidad misteriosa, y deseo señalar la dirección en la cual, según mi opinión, puede hallarse la respuesta al por qué de este temor a la soledad.
Un elemento muy importante lo constituye el hecho de que los hombres no pueden vivir si carecen de formas de mutua cooperación. En cualquier tipo posible de cultura el hombre necesita de la cooperación de los demás si quiere sobrevivir; debe cooperar ya sea para defenderse de los enemigos o de los peligros naturales, ya sea para poder trabajar y producir. Hasta Robinson Crusoe se hallaba acompañado por su servidor Viernes; y sin éste probablemente no sólo hubiera enloquecido, sino que hubiera muerto. Cada uno de nosotros ha experimentado en la niñez, de una manera muy severa, esta necesidad de ayuda ajena. A causa de la incapacidad material, por parte del niño, de cuidarse por sí mismo en lo concerniente a las funciones de fundamental importancia, la comunicación con los otros es para él una cuestión de vida o muerte. La posibilidad de ser abandonado a sí mismo es necesariamente la amenaza más seria a toda la existencia del niño.
Hay, sin embargo, considero que hay, otro elemento que hace de la pertenencia (lo que viene a ser el "need to belong" literario) una necesidad tan compulsiva: el hecho de la autoconciencia subjetiva, de la facultad mental por cuyo medio el hombre tiene conciencia de sí mismo como de una entidad individual, distinta de la naturaleza exterior y de las otras personas. Aunque el grado de autoconciencia varía, como será puesto de relieve a medida  que vayamos madurando, la existencia le plantea al hombre un problema que es, evidentemente, esencialmente humano: al tener conciencia de sí mismo como de algo distinto de la naturaleza y de los demás individuos, al tener conciencia -aun oscuramente- de la muerte, la enfermedad, la vejez, el individuo debe sentir necesariamente su insignificancia y pequeñez en comparación con el universo y con todos los demás que no sean "él". A menos que pertenezca a algo, o a alguien en cuanto a lo que pertenecer sentimentalmente hablando nos referimos, a menos que su vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo, y se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida, estará lleno de duda, y ésta, con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de obrar, es decir, paralizara su vida. Es por esto por lo que el ser humano combate la soledad de formas que escapan al raciocinio que nos caracteriza.

Con palabras sencillas, sintiéndome solo aprendí que en la vida no todo es avanzar, sino que a veces, hay que dar un paso atrás, corregir errores. Pero que se yo, al fin y al cabo, si os habéis metido a leer una entrada cuyo nombre es soledad, es porque probablemente, ya os sintáis tan solos como yo escribiendo sobre la soledad, y entonces yo no puedo hacer nada para ayudaros, más que deciros que si os sentís solos, es porque ahí fuera hay alguien que no ha sabido apreciar vuestra compañía.

La soledad no existe, son los padres.

"Morir en la lucha contra la opresión a la libertad es la máxima expresión de la individualidad humana"

jueves, 11 de octubre de 2012

Colisión.

Colisión.

Haría el mismo frío que esta noche. Quizá más. La misma poca luz, la que regalan las noches cerradas en una calle escondida de una gran ciudad, con farolas centelleantes, escondidas entre ramajes de árboles alquitranados. Sería tarde. Eso es exactamente mi historia. Una hora tardía, entre sombras, alquitrán y vapores gélidos.

Y desamor por todo, y sobre todo.

Comencemos por donde debemos. Hace ya tiempo de aquella época en la que hacía el amor una vez por semana con una chica a la que podía abrazar y dar conversación tras hacerlo. No sé en qué momento decidí echar todo por tierra, pero decidí hacerlo. Lejos de arrepentirme, lo volvería hacer, sólo para recibir el sufrimiento que merezco como ser humano, y como ser egoísta.
No me importaba su nombre, y nunca lo supe. Ni tan siquiera quiero saberlo. Sería como poner nombre al dolor. Es impregnar de afecto el odio más oscuro y tormentoso.
Cómo iba diciendo, hace ya tiempo de aquella época en la que la vida era maravillosa con sus defectos y sus pequeños destellos de sol. Como fecha, tan sólo recuerdo aquel 5 de Noviembre, y lo que sobrevino después.

- ¿No quieres tener un futuro?
- Esto es lo que se supone que es el futuro. Sin putos coches voladores ni robots que trabajen   por mí. Sin trajes metálicos ni extraterrestres destruyendo monumentos, o fecundando mujeres. No es la mierda que nos vendieron, es la mierda que nos merecemos. Esto es el futuro que yo no imaginé hace 20 años, pero al fin y al cabo, es el futuro.
 - Me refiero a....
 - Sé a lo que te refieres. A tener dinero en el banco, un coche familiar, y un perro al que  al que sacar a las 6 de la mañana. ¿Y sabes qué? Prefiero morirme de asco bajo la  contaminación de esta ciudad antes que ser cualquiera.
 - Tu futuro no tiene que ser su futuro.
 - Mi futuro...quizá tengas razón. Quizá. Quizá tenga que pensar en mi futuro.
 - A eso me refiero. No tienes que ser el esclavo de nadie, ni el prototipo perfecto...
 - Que te follen.
 -¡¿Qué?!
 - Que que te follen. Lo mejor que nos puede pasar a ambos es que nos olvidemos.
 - ¿Pero que te pasa ahora?
 - No quiero ser feliz. No he nacido para ser feliz. No he nacido para tener una vida, he nacido para no tener motivos por los que vivir ni por los que morir. No quiero ser feliz. Realmente ni te quiero. Simplemente me he acomodado a ser un cualquiera. Que te follen.

Nunca recordaré su cara al verme por última vez. Porque no tuve el valor de mirarla a los ojos.

Por supuesto que nunca la eché de menos.

Lo siguiente que hice fue recoger todo lo imprescindible para viajar sin rumbo, y pillar toda la pasta que me fuese posible. Con la música en los cascos, la voz interior tuvo que gritar más de la cuenta para ensordecerme de dolor.

Cogí los tres primeros autobuses que pasaron, hasta acabar en la estación. Una vez allí, ¿dónde ir? Por ahora tenía dinero para el viaje, y un mes de comida en lata y búsqueda intensa de curro basura. Lo justo para vivir como cualquier humano mientras me planteaba el qué hacer para no sentirme como cualquier otro. Sin pensarlo mucho más, cogí el billete que antes me llevase lo más lejos de allí.
Y así es como cogí mi destino como quien coge la rutina. En 10 horas estaría fuera del país, descansando en cualquier pensión de media estrella, frecuentada por prostitutas y padres de familia, que no hablaban mi idioma. Entonces pensé que una clase extra de francés en boca de alguna de aquellas bilingües no estaría de más. Y así me dormí.

Con el estómago lleno, decidí llegar a base de transporte gratuito hasta la ciudad que más insignificante me hiciese parecer. No pensaba en el qué hacer, tan sólo en el llegar donde no fuese nada más que nada. Y así es como me planté en el infierno.

Despertar en una pensión que bien podría ser menos acogedora que un féretro era lo de menos cuando uno tiene el problema de sobrevivir sin tener ni puta idea de para qué. Decidí darme una vuelta por la ciudad, perderme, y que alguien me encontrase. Paseé por parques que no acababan excepto cuando no querías que acabasen, comí insalubridad y rapidez, y digerí la precipitación con la que había roto con todo lo anterior. Quizá todo esté muy precipitado. Procedo a explicar.

Mi nombre no importa, pero tenía la vida que cualquier persona normal sin excesivas aspiraciones ni excesivos problemas. Pero para empezar, yo era un problema. Había tenido múltiples relaciones con personas increíbles, y ninguna me pareció más que un intercambio de fluidos y verborreas insustanciales sobre cualquier gilipollez, ya fuese metafísica o hablar sobre cervezas. Tuve un trabajo, y posiblemente en el trabajo sigan pensando que lo tengo. Tenía un bonito móvil táctil con un protector de pantalla de estrellitas que era la rehostia. Y una caja de ansiolíticos perpetua en la mesilla de noche. Y un iPod. Y un reloj carísimo que desgastaba mi vida.

Y ahora estoy en busca de lo que me faltaba entonces, la libertad, el amor, el odio, los problemas, las soluciones. La vida.

- ¿Tienes fuego?
- ¿Cómo?
- ¿Que si tienes fuego?
- No tengo, y por favor, no te vayas.

jueves, 4 de octubre de 2012

Patriotismos.



Patriotismos.

Hablando con un amigo sobre no sé qué, salió el tema de los nacionalismos. A continuación, quiero exponer mi visión.
El patriotismo viene a ser el sentimiento de apego por el lugar donde naciste, creciste, o resides. Este apego lo suelen defender los patriotas por encima de todo. Bien. Yo no creo en las naciones, fronteras, banderas ni ese tipo de cosas que crean guerras, diferencias sociales, y excusas para matar. Por lo tanto, no puedo sentirme patriota. No entiendo a la gente, la verdad. El orgullo patrio es una mentira que le encanta a esta sociedad. Uno puede sentir orgullo por algo de lo que puedes presumir estar orgulloso. Sentirse patriota en España es el respeto a sus tradiciones, como el maltrato animal por diversión. Sentirse patriota en Estados Unidos es el respeto a sus tradiciones, como achicharrar inmigrantes en sillas eléctricas. Sentirse orgulloso en Australia es el respeto a sus tradiciones. Bueno, no conozco las tradiciones de Australia. Aquí quería llegar.
El patriotismo nace de el desconocimiento. No puedes sentirte identificado con un ideal, o sentimiento como el patriotismo, ya que engloba realmente a una serie de personas, con las cuales no vas a coincidir en la idea sobre la propia patria. Entonces, cada uno es patriota de su propia patria, pero no de una patria en común. A mí no me van a vender un sentimiento el cual no necesito.
Los argumentos de "me gusta el idioma, el clima etc." no valen para el patriotismo. Valen para hacer turismo, vivir en un lugar, y que te encante un lugar. Pero de gustarte un lugar, al patriotismo, hay un gran trecho. Los patriotas suelen usar ese lema de "por mi país mato, y muero". Y me encanta. Supuestamente estarías matando o muriendo por un país, que compartes conmigo, y yo en absoluto mataría o moriría por esa persona. Y como yo, prácticamente todos los patriotas, no patriotas, y semipatriotas. Asumid que es una mentira que os han metido en la cabeza para defender los intereses de otras personas. Y si no queréis asumirlo, no lo asumáis. Pero no presumáis de una patria la cual apesta a toro muerto, a policías consumidores de droga, y a ejército. Todo país que apesta a ejército no puede ser mi patria. Si estás orgulloso del máximo organismo patrio, no congeniarás conmigo. El ejército...en fin.
Que eso. Las patrias no existen, son los padres.
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"Buscandola, encontrandola, y perdiendola en cada despedida".